El ser humano es cada vez más consciente de que sus acciones tienen un impacto directo sobre el entorno, y hay algunas cuyo riesgo es todavía mayor. Los riesgos ambientales son una realidad con la que debemos convivir, a la vez que tomamos medidas para que estos no se materialicen.
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ToggleQué son los riesgos ambientales
El riesgo ambiental es la posibilidad que existe de que se produzca un evento que cause un daño en el entorno, ya sea por consecuencia de un fenómeno natural o por la propia acción del hombre.
Este concepto suele confundirse con el de impacto ambiental, pero no es lo mismo. El riesgo nos habla de un peligro para el medio ambiente, mientras que el impacto hace referencia a algo que ya ha sucedido y que está teniendo consecuencias perniciosas en el entorno (se ha materializado el riesgo).
Como ocurre con la mayoría de los peligros, los riesgos medioambientales pueden ser evaluados y clasificados, lo que permite adoptar medidas para evitar su realización. Podemos diferenciar entre dos tipos:
Riesgos ambientales naturales
Son aquellos que pueden producirse a causa de un fenómeno natural como un terremoto o una erupción volcánica.
Riesgos ambientales antrópicos
Derivan directamente de la acción y la actividad del ser humano, como un vertido tóxico en el mar. En algunos casos, la acción humana puede hacer que las consecuencias de un riesgo natural sean todavía más graves. Por ejemplo, una inundación puede tener unas dimensiones mayores si no se han limpiado los caudales de los ríos, o si se han derivado de forma indebida las zonas de paso natural del agua.
Principales riesgos ambientales
Falta de acceso al agua potable
Los episodios de sequía han aumentado en los últimos años, y se prevé que muchas zonas que ahora mismo son habitables se hayan desertizado totalmente de aquí a unas décadas. La falta de acceso al agua potable es un gran riesgo para el ser humano, ya que puede afectar profundamente a su forma de vivir.
De hecho, la falta de agua potable no solo genera incomodidades, sino que puede ser la fuente de diferentes enfermedades. Además, los cultivos también se pueden ver afectados, lo que acaba por derivar en una escasez de alimentos y una subida de los precios de los productos básicos.
Contaminación del aire
La lucha contra las emisiones nocivas a la atmósfera es el caballo de batalla de los gobiernos a nivel mundial. Los coches de combustión y las calderas domésticas son las principales fuentes de contaminación en las grandes ciudades, al margen de lo que contaminan las industrias.
Si el nivel de contaminación es alto y el volumen de precipitaciones es cada vez menor, se acaba por generar una “boina” de contaminación que recubre las ciudades. Todas esas partículas en suspensión son respiradas por la población, y acaban por ser fuente de enfermedades de carácter respiratorio.
Contaminación del suelo
La contaminación no afecta únicamente al aire, también está cada vez más presente en el suelo, y este es uno de los riesgos ambientales más graves, porque un suelo contaminado acaba por ser infértil.
Si el suelo está tan dañado que no podemos cultivar en él, se reduce la cantidad de alimento disponible tanto para los seres humanos como para los animales. Además, corremos el riesgo de que los alimentos procedentes de esos suelos contaminados aporten sustancias tóxicas a nuestro organismo.
Presencia de insectos y animales
La expansión del ser humano está provocando que algunas especies animales se queden sin su fuente de alimentación y se vean obligadas a acercarse cada vez más a los núcleos urbanos en busca de comida. Esto provoca que haya especies animales salvajes donde antes no las había, con el consiguiente riesgo de accidentes, o de transmisión de enfermedades. Un ejemplo claro son los jabalíes, que ya pueden verse en algunas zonas de Cataluña.
Otro riesgo son los insectos. Con el cambio climático, muchos insectos que viven en un hábitat más cálido pueden ahora sobrevivir en lugares en los que antes no podrían haberlo hecho y, con frecuencia, su picadura puede ser el origen de enfermedades. Algunos ejemplos de insectos fuera de su entorno que acaban por producir problemas son el mosquito tigre y la avispa velutina.
Cómo evitar el riesgo ambiental
En el medio ambiente los riesgos siempre van a estar presentes, pero evitar el impacto ambiental está en nuestras manos. La clave es implantar una estrategia de prevención, que requiere una labor de predicción y gestión del riesgo.
Hay que establecer medidas que ayuden al cuidado del entorno y, en la mayoría de los casos, esto pasa por imponer restricciones legales a ciertas actividades. Por ejemplo, limitando la circulación de vehículos dentro de las ciudades, aplicando restricciones selectivas de agua en caso de sequía, o prohibiendo el uso de ciertos pesticidas.
Se busca reducir el riesgo para que el impacto ambiental no llegue a producirse o, si este se produce, que sea lo menos grave posible, y esto requiere la colaboración de las Administraciones y de los administradores.
Cuanto mejor conozcamos el entorno y los riesgos ambientales, más efectiva puede ser la labor de prevención. Por eso, es necesario tomar medidas.